Editorial

Como futuros periodistas reconocemos que tenemos en nuestras manos la responsabilidad de influir en el imaginario de las personas a través de la selección y el tratamiento de la información. Decidir sobre qué hablar y cómo hacerlo son roles exclusivos que ejerce la profesión. Eso nos obliga a tomar una postura para delimitar qué voces y hechos se incluyen para explicar la realidad.

¿Por qué hacemos periodismo con el diálogo como encuadre?

Como agentes de la comunicación queremos tener una postura constructiva, que sume a la lectura de la realidad que hace al periodismo. En un momento en el que abundan los tuits, mensajes de texto, correos, comentarios en redes sociales, mensajes publicitarios y blogs, la información circula como una montaña rusa. El mundo digital posibilita que muchas personas ejerzan el rol de comunicar. Pero de la democratización del discurso también surge una contradicción: la falta de acuerdos y la creciente fragmentación que observamos en la sociedad.

Como estudiantes y casi egresados pensamos que el diálogo genuino es inherentemente constructivo porque se funda en la escucha y el intercambio, en la posibilidad de que dos personas entiendan por qué cada cual tiene su postura sin necesariamente estar de acuerdo. Las historias que conforman Efecto diálogo se construyeron desde ese punto de vista para intentar rescatar dónde hay entendimiento y dónde, por la ausencia de diálogo, pueden surgir conflictos.